jueves, 30 de diciembre de 2010

VIÑA TABALI PINOT NOIR 2.008

VIÑA TABALI
PINOT NOIR 2.008
Viña Tabalí es un viñedo bastante reciente de Chile. Fundado en 1.993 tiene una historia corta, y, a pesar de la juventud de sus viñas, los vinos que produce son bastante buenos. Actualmente, es parte de la sociedad “Viña Valles de Chile S.A.”, junto a Viña Leyda y San Pedro Tarapacá Group.
Este viñedo tiene tres líneas de productos. Payen, Reserva Especial y Reserva. La línea Reserva Especial es cuidadosamente producida y se nota en los finos vinos que han llegado a Venezuela. Envejecidos en barricas de roble y con una elaboración donde se destaca el cuidado de los detalles, son productos de excelente calidad. El Pinot Noir es una de mis cepas preferidas, y he disfrutado de ésta versión en particular varias veces, así que abrimos una botella para darles nuestras impresiones.
La botella es borgoñesa, de un verde muy oscuro. Su etiqueta es beige con una impresión atractiva, sin ser excepcional. Al revisar la ficha técnica, podemos apreciar que la botella de consumo en Chile y otros destinos de exportación es bastante más elaborada. La etiqueta posterior es bastante utilitaria, con una descripción adecuada y que coincide con el vino degustado.
Tabalí Pinot Noir
El corcho es natural y de muy buena calidad, tiene como impresión tanto el nombre del viñedo como el logo, que es una representación de uno de los petroglifos tallados en piedra del Valle del Encanto, en donde está uno de los viñedos. Este estaba en muy buen estado y teñido en el extremo que estuvo en contacto con el vino, indicando una guarda adecuada. Limpio y sin olores desagradables.
En copa quieta, un hermoso color cereza madura, al inclinarlo se confirma que es de un bello color cereza profundo, pero en la periferia se ve, para mí, colores caramelo y teja, no necesariamente producto de su envejecimiento en barrica, sino mas bien debido a la uva en cuestión. La herradura revela numerosas capas que hacen de este un vino muy atractivo.
En copa quieta, los aromas primarios son propios de la variedad, destacándose fruta madura, fresa y cerezas. Al agitar, apreciamos otros tonos, flores, especias y un toque de tierra. Evidentemente un bouquet acorde a su tiempo en barrica, muy bien balanceado.
Las lágrimas, muy elegantes, hacían honor al cuerpo de este vino. El Pinot Noir no es un vino de gran cuerpo, pero en este caso, es muy agradable y aterciopelado.
Pinot Noir ya servido, con aireador
En boca, el ataque es gradual. Muy bien balanceado, la acides y los suaves taninos dan paso a unos francos sabores a frutas y en final unos finos tostados, que demuestran su tiempo en barrica. Un final adecuado, no muy largo, pero muy placentero.
Lo hemos tomado tanto muy fresco, alrededor de los 12ºC, y ambiente, alrededor de los 15ºC. En lo personal, me gusta más un poco frio. No lo impacta negativamente y, en combinación con la acides del vino, lo hace muy refrescante. No siento que sea necesario decantarlo para disfrutarlo plenamente y no requiere de prolongados períodos de aireación.
Lo he probado en diferentes oportunidades, pero me da la impresión que está listo para tomar, guardarlo puede ser una alternativa, pero creo que es más bien un vino para disfrutar en este momento.
Pruébenlo y déjenme saber.
¡Salud!

CERRADO DE LA BOTELLA DE VINO

CIERRES ALETRNATIVOS DE LA BOTELLA DE VINO
El vino es una expresión artística. Como un poema, una pieza musical o un cuadro de arte clásico. El poema, varía con quien lo declama o cuando se lee, si hay luz o no, si lo acompañamos con música, e inclusive en qué idioma se redactó y en qué idioma lo estamos leyendo. La pieza musical varía, si es un cantante “a capela”, si es un solista, si es un conjunto, si es una orquesta, donde y cuando se toca y en cada representación en vivo. El cuadro, de la luz, del ambiente, y, en fin, de muchas variables.
Como tal, suscita una serie de polémicas. Hay los clásicos, que mantienen que una botella de vino tiene que estar cerrada con un corcho. Otros, están dispuestos a ver alternativas.
El corcho le imparte algunas características al vino. No en términos de sabor, pero ciertamente en términos de las consecuencias del tiempo de guarda. Los corchos para botellas de vino son de un diámetro estándar, mayor al diámetro de la boca de la botella, lo que la sella. Sin embargo, debido a su porosidad y el hecho que es un trozo de madera, por muy bien procesado que esté, no es un sello perfecto, por lo que el proceso de oxidación continua, más o menos rápido, y hay variaciones entre un corcho y otro, redundando en variaciones entre una botella y otra, aun del mismo vino, envasado el mismo día, en el mismo viñedo.
El primer cierre alternativo que podemos tratar, también porque es lo suficientemente popular como para hacerlo común, es el de tapa de rosca. Este dispositivo es usado ampliamente en Nueva Zelanda, Australia y también en el sur del continente americano. En Chile, por ejemplo, en el Gewurztraminer de Santa Digna.
La tapa de rosca está elaborada de aluminio, con un sello interno de plástico que es la barrera efectiva contra el acceso del oxigeno al vino. Una observación adicional a este sistema, es que elimina la necesidad de la capsula, que en ocasiones alberga características desagradables y poco estéticas, aunque no dañen el vino. Es un hecho que es más efectivo como barrera al acceso de oxigeno al vino que el corcho, eso no es una opinión. Hay referencias contundentes a favor de este sistema, como la entrevista en 2007 que Wine Spectator le hizo a Michelle Laroche, Director de Domaine Laroche, donde éste presentó para comparar el Chablis Grand Cru 2002, con 5 años de guarda, con ambos sistemas de cierre. Refirió que el cierre con tapa de rosca era más “enfocado”, mas “preciso” y que mantenía mejor la fruta, tanto en aroma y bouquet como en gusto, así como los tonos minerales, que el corcho. Refiere que, sin lugar a duda, estandariza el resultado del vino, es decir minimiza, por no decir que elimina, las diferencias entre una botella y otra. Nada de esto ocurre con el corcho. Insistió que sus mejores vinos, los envasaba con tapa de rosca, pues era un cierre más efectivo. Es una opinión con merito y, además, muy bien aceptada en particular en países que no tienen acceso fácil o económico a corchos de calidad. Sin embargo, hay referencias que indican que más de 10 años de guarda en este tipo de tapa resulta en el deterioro del plástico, con catastróficas consecuencias para el vino, debido a la introducción de olores desagradables y oxidación del mismo.
En mi experiencia, he visto este tipo de cierre en envases de vinos blancos, pero muy pocos en vinos tintos.
¿Ventajas? Las botellas se pueden guardar “paradas” y no acostadas, sin sufrir. No hace falta sacacorchos para abrir la botella. Permite cerrar la botella si no se consume completa con facilidad, aunque una botella medio vacía no dura mucho en buen estado, se tape como se tape.
La estandarización y minimización de la variación entre botella y botella debido al corcho se puede considerar una ventaja o una desventaja. La variación puede ser parte del encanto de un producto tan dinámico como el vino. O podemos decir que es terrible no tener exactamente el mismo vino de botella a botella. Es cuestión de opinión.
Otro cierre alternativo usado comúnmente, tanto en Australia, Sur África y el sur del continente son los tapones sintéticos. Ejemplos de esto son algunos de los vinos de Valdivieso, de Chile. Estos tapones son elaborados de material plástico, emulando al corcho en forma y función. Sin embargo, algunos, debido a su material de elaboración, confieren al vino sabores “químicos” desagradables. Más aun, dependiendo de su fabricación, pueden permitir el acceso del oxigeno al vino en un período de tiempo relativamente corto. Nuevas tecnologías que permiten emular al corcho natural, incluso en la presencia de micro celdas en la matriz del material, han resultado en tapones muy efectivos. Dada su naturaleza, se lubrican para facilitar su inserción y, sobre todo, para facilitar su extracción, para la cual se requiere un buen sacacorchos, y puede ser difícil si la botella esta fría.
¿Ventajas? Pues que puedes mantener la botella vertical, ya que no necesitas mantener el contacto entre el vino y el tapón para mantenerlo hidratado, y que es un cierre efectivo. Y prácticamente se acaban. Es comparable con el corcho, y ya.
En mi experiencia personal, un Malbec Valdivieso con este tipo de cierre presentó una variación muy marcada entre una botella y otra, que se lo atribuyo a defectos de cerrado. Además, para mí, estos tapones son difíciles de extraer.
Hay cierres de botella que no he tenido oportunidad de conocer en vivo, pero que he encontrado en referencias y materiales promocionales. El “Vino-Seal” (versión americana) o “Vino-Lok” (versión alemana), de ALCOA, es un tapón de vidrio en forma de “T”, donde la porción que entra en la botella está recubierta de un material plástico que resulta en un cierre hermético. ALCOA lo promociona como una alternativa muy estética que permite al vino añejarse más lentamente, aumentando el potencial para guarda, almacenar las botellas paradas y que elimina el riesgo de contaminación debido al contacto con el corcho. No conseguí argumentos a favor o en contra, solo el material promocional del fabricante y de los viñedos que lo usan.
Las chapas o tapas de corona han sido usadas exitosamente para el proceso de fermentación y segunda fermentación de los vinos espumantes. Usualmente, antes de ser enviadas para ser distribuidas comercialmente, se sustituye esta tapa por el corcho con forma de hongo tradicional.  Algunos productores de vinos espumantes han ensayado dejando que el público reciba botellas con este tipo de sello. Yo no he visto ninguna, pero para mí, parte del encanto de un espumante es sacar ese corcho… cuestión de opinión.
ZORK
imagen de Wikipedia
Luego está el Zork (http://www.zork.com.au), un invento australiano que se ve muy bien, en teoría y en papel. Un tapón tipo “T”, pero con una tira enrollada en la botella para garantizar el cerrado original, como la de los botellones de agua potable, por ejemplo. El tapón es dinámico en el sentido que se retira con la mano, aparentemente de manera bastante fácil, y si no se usa la botella completa, se presiona un botón en el tapón que permite un resellado con una pequeña extracción de aire, haciéndolo “mejor” para guardarlo, pues se reduce la cantidad de aire en la botella. Y… sí, pero si está por la mitad o menos, igual beberla rápido o se daña.
Por estas razones inicié la entrada con los comentarios artísticos. Porque, como podemos apreciar, hay alternativas, tal como hay alternativas en música. Oír música en long plays de “pasta” porque el sonido es mejor, versus oírla en CD porque el sonido digital es “más exacto” o “más nítido” u oír solo MP3’s porque son más fáciles de manipular, o preferir sólo música en vivo, o sólo orquestal, o sólo cantada, todos son gustos personales y todos son validos. ¿Es mejor el corcho natural? No sé, depende en mejor para qué. Si es para que se conserve y sea más estándar y consistente el producto y se va a guardar 5 a 7 años, tal vez tapa de rosca sea mejor. Si lo que queremos es algo que nos sorprenda cada vez que lo abrimos o si lo que queremos es tener el orgullo de una botella óptimamente guardada por mucho tiempo, el corcho natural, definitivamente. Hay alternativas en el mercado y, lejos de reducirse con el tiempo, vemos que aumentan constantemente.
Así que tendremos que seguir probando vinos con distintos cierres, disfrutándolos y emitiendo nuestra opinión.
¡Salud!

lunes, 27 de diciembre de 2010

EL CORCHO

EL CERRADO DE LA BOTELLA DE VINO
Así que llegamos al restauran, pedimos una excelente botella de vino, el mesonero nos la muestra, la identificamos como la que pedimos, todos sonreímos, el mesonero hábilmente corta la capsula, retira el tapón, nos lo presenta y queda expectante de nuestra reacción.
¿Qué hacer con eso que nos acaba de poner en la mesa, al lado de nuestra servilleta, en un platito de cerámica o la miríada de otras maneras de presentarle el tapón del vino al cliente? La respuesta exacta es: lo que quiera. Al final de esta entrada estarán algunas sugerencias, pero para que tengan sentido, hay que tener cierta información en común. Así que, aquí vamos.
Corcho adecuadamente presentado
Lo primero que habrán observado es que, a pesar del título de la entrada, me he referido al tapón del vino y no al corcho. Esto es porque hoy en día, tal como pasa con muchas cosas, hemos regresado a que el vino no esté tapado exclusivamente con corcho.
Si bien es cierto que el corcho se conocía en Grecia y Egipto como un material para sellar herméticamente ánforas y otros recipientes, tal como lo refiere el autor Romano Cato en el segundo siglo antes de Cristo,  también es cierto que ese arte se perdió debido a la invasión moruna a la península ibérica. El vino era elaborado y colocado en ánforas o contenedores de barro, o en recipientes de cuero u otros materiales biológicos (tripas o estómagos de distintos animales) que se sellaban con cera o alquitrán. Evidentemente, este vino no terminaba siendo muy bueno, por lo que se le añadían hierbas u otros elementos para enmascarar sabores u olores desagradables, alguno consecuencia del sellado del embase.
Posteriormente, con el avance en la elaboración de botellas de vidrio, fue en estas, por su facilidad de transporte y manejo, que se envaso el vino. A principios y mediados de los 1600, las botellas de vino se sellaban con trapos empapados con aceite, para que el sello fuese lo más efectivo posible. Evidentemente, esto traía problemas a granel si la botella se inclinaba, si el aceite se ponía rancio o si se disolvía en el vino. También se introdujo la modalidad de usar madera con aceite o cera para sellar las botellas, llegando eventualmente al uso de la corteza del alcornoque, que sin necesidad de cera o aceite, por su elasticidad, era la manera ideal de taparlas, es decir, con corcho. Esto se le atribuye, normalmente, a Dom Perignon por ahí entre los 1600 y los 1700. Específicamente, como parte importantísima de la solución del problema de la fermentación secundaria en botellas, que produce los vinos espumantes.
El corcho, como material, es, según lo define el DRAE, un “tejido vegetal constituido por células en las que la celulosa de su membrana ha sufrido una transformación química y ha quedado convertida en suberina. Se encuentra en la zona periférica del tronco, de las ramas y de las raíces, generalmente en forma de láminas delgadas, pero puede alcanzar un desarrollo extraordinario, hasta formar capas de varios centímetros de espesor, como en la corteza del alcornoque”. Esto último es muy importante para nosotros, pues el corcho que a nosotros nos interesa debe tener unas dimensiones especificas y, para que sea comercialmente viable, debe ser relativamente fácil de obtener.
Así pues, el tapón de corcho que se usa en las botellas de vino tiene dimensiones estándar determinadas, lo que, en conjunto con la industria de los envases para vino, hace que podamos evaluar un corcho con cierta facilidad.
El diámetro del corcho debe ser de 24 mm +/- 0.4 mm. La longitud del corcho va desde 38 hasta 54 mm. Las variaciones determinan cuales vinos serán tapados con cuales corchos. Los de guarda (crianza y reserva) necesitan corchos con mayores dimensiones, para asegurar un sello más efectivo, por el tiempo que se estima o espera que el vino repose en la botella antes de ser bebido, mientras que vinos que se van a beber jóvenes o pronto luego de su embotellado, no requieren de corchos tan largos.
El tapón de corcho, o simplemente corcho, se obtiene procesando la corteza del alcornoque, un procedimiento que requiere de dos procesos de hervido iniciales, para hidratar y esterilizar el material, luego un proceso de bodega, donde se estabilizan y aplanan las planchas. Al cabo de una semana aproximadamente, la madera se rebana y las tiras resultantes se perforan. Las tiras rebanadas tienen la longitud deseada del corcho que está siendo elaborado, mientras que la gubia que las perfora extrae un tapón de diámetro estándar para su uso. Finalmente se secan los corchos, se colmatan, se lijan y se pulen dejándolos listos para ser comercializados. Dependiendo de las características de la madera inicial, hay distintas calidades de corcho, según sea la presencia y tamaño de los poros y canales en el corcho resultante.
Hay una buena cantidad de material residual de este proceso, tales como las tiras perforadas y otros recortes a lo largo del proceso. Estas se mandan a una molienda, que produce serrines de entre 1 y 5 mm de tamaño, que se integran con un aglomerante o cola para corcho para producir unos tapones del diámetro estándar y longitudes variables según la solicitud del cliente que los compra. Regularmente se les coloca una capa de silicón para facilitar la introducción y extracción en la botella.
Ahora bien, el corcho se puede procesar en la planta de producción o ser enviado al viñedo para su proceso final. Este puede ser un estampado, aunque algunos corchos, en particular los de aglomerado, son usados sin estampar.
Las bocas de las botellas tienen como diámetro interno estándar 18,5 mm +/-  0,5 mm, y debe ser circulares, no ovaladas. Evidentemente, nuestros corchos son muy anchos para la botella. Esto es a propósito, para asegurar que la diferencia, de aproximadamente 5 mm, resulte en un sello hermético y seguro, que no permita el acceso del aire a la botella, ni que se salga el tapón por accidente de la misma. Por esto, si medimos el corcho extraído de una botella, normalmente no tendrá un diámetro de 24 mm, sino algo menos que eso.
Corcho poco atractivo, pero
sin defectos al descorchar
El corcho puede presentar un aspecto poco atractivo al sacar la capsula. Esto no quiere decir que este deteriorado. Se limpia y luego, al sacarlo, se le evalúa.
Así que tomamos el corcho que nos presentó el mesonero y lo vemos detenidamente. No tenemos a mano una regla o un vernier, de manera que tan solo apreciamos las dimensiones del corcho en general. Que no sea ni excesivamente corto o largo en comparación con otros que hayamos visto antes. Apreciamos el extremo que estuvo en contacto con el vino. Si el vino es blanco, tan solo para apreciar su integridad, si el vino es tinto, también para apreciar el teñido o manchado del corcho, indicativo del tiempo y cuidado de guarda.
Si tenemos experiencia con el viñedo que originó el vino, sabremos cual es el impreso habitual en sus corchos, de lo contrario, solo vemos la impresión para determinar si tiene sentido en relación al vino que estamos tomando. La impresión puede ser el nombre del país de origen del vino, el nombre, o el logo, o ambos del viñedo. Puede ser inclusive detalles de la apelación de origen, o puede ser una imagen muy elaborada. Depende del viñedo. Así mismo, en particular si es un corcho de aglomerado, puede no tener impresión alguna. Evidentemente, si el viñedo no consideró el vino como merecedor de un corcho natural, sino de uno de agregado, normalmente no invierte en imprimir el corcho. Esto nos perite saber algunas cosas en relación al vino, pues si es un vino costoso, debe tener un corcho impreso, si no hay tal impresión, ¡cuidado!, podemos estar en presencia de una botella fraudulenta.
Corcho manchado pero sin que el vino haya pasado el corcho
Impresion de un viñedo Argentino
Comprimimos el corcho con los dedos para constatar que está firme y que no se deshace. Esto es indicativo que está en buenas condiciones y debe haber protegido al vino del aire y haberlo tapado adecuadamente. Si esta flojo o se desmorona en nuestros dedos, puede ser indicativo de una mala práctica de guarda o un defecto de origen del corcho, mas no del vino.
Podemos oler el corcho por el lado que estuvo en contacto con el vino. Debe oler limpio, a vino y a corcho, solamente. Si huele a papel mojado u otros olores desagradables, podemos estar en presencia de un vino deteriorado.
Otra presentacion del corcho. Poca mancha.
Se observa la poca evidencia de guarda
Hay gente que inclusive pone el extremo del corcho que estuvo en contacto con el vino en su lengua. El gusto va a depender de donde en la lengua se coloque y el sabor es… pues a corcho, naturalmente. Si tiene cualquier sabor adicional, regularmente ya se habría detectado al oler el tapón. Yo, en lo particular, no recomiendo esta práctica.
Finalmente, nos volvemos al mesonero, sonreímos y con una leve inclinación de cabeza, le damos la venia para que nos sirva un poco de vino en la copa, para probarla y luego autorizar servir al resto de la mesa.
De manera que, ¿qué hay que hacer con el corcho de la botella? Depende. Ahora contamos con información que nos permite evaluar un corcho adecuadamente. Si es el sommelier el que nos presenta la botella, él debe evaluar el corcho y el vino, y tan solo servir directamente una vez que nosotros hayamos aprobado la botella. Si es un mesonero, de nuevo, él debe decidir si el corcho está en buen estado, pero no todos los mesoneros están en capacidad de tal evaluación. En todo caso, nos pueden presentar el corcho y lo que hagamos con él depende de la situación y de lo que queramos hacer.
En otra entrada hablaremos de los otros tapones que hay para el vino. Mientras tanto, ¡Salud!

domingo, 26 de diciembre de 2010

ARESTI - GEWURZTRAMINER 2.009

ARESTI
GEWURZTRAMINER 2.009
La bodega Aresti de chile fue fundada en 1.951 por Don Vicente Aresti Astica en conjunto con su suegro. Evidentemente, le dio el nombre familiar y ha estado en esa familia desde entonces.
El gewurztraminer es un vino muy aromático y especiado que proviene de una uva de piel rosada, aunque el vino resultante es blanco. Es muy agradable y lo hemos disfrutado en otras ocasiones. Recientemente probamos el Cabernet Souvignon de este viñedo, al que conocíamos por el “gewurzt”, como le dicen coloquialmente, así que decidimos abrir una botella y dejar sentadas nuestras impresiones.
La botella totalmente transparente es bordolesa, aunque al buscarlo en algunas páginas web, lo vimos en botellas borgoña o alemanas, lo cual llama mucho la atención, pues una de la cosas que es consistente en los vinos, es el estilo de botella en el que se envasan y presentan. El etiquetado consiste en varias etiquetas donde se destaca las que identifica al viñedo, bastante elaborada y atractiva, y la que identifica al varietal. La etiqueta posterior es informativa y con toda la información pertinente.

ARESTI Gewurztraminer 2.009

El corcho estaba en buen estado y no se observaron defectos. Presentaba una compleja impresión de lo que me parece que es una representación grafica de la Bodega de Curicó. Otros corchos de ese viñedo que hemos visto, tienen el logo del viñedo. De nuevo se presenta la inconsistencia en términos de presentación. Puede ser un caso de adecuación para distintos destinos de exportación.
Desde la botella, por ser ésta transparente, pudimos ver un lindo y brillante color amarillo pálido, con tonos verdes, que en copa quieta fueron evidentes y resaltaban al agitar la copa.
De nuevo, en copa quieta, apreciamos los ricos aromas propios de la variedad, frutas y flores, muy aromático y agradable. Al agitarlo, se acentuaron los aromas, pero no detectamos ninguno nuevo. La temperatura, de 8ºC aproximadamente, la encontramos ideal y no nos pareció que impactara negativamente en los aromas.
Lindas lagrimas, sin mayores pretensiones o virtudes.
En boca, es un vino refrescante, de nítida acidez y muy franco en sus características frutales y de flores, con amplios tonos especiados y de hierbas. Un final prolongado, muy agradable.
Realmente un agradable vino para tomar y compartir, ligero y fresco, ideal para un caluroso día de verano… o para compartirlo con familiares el día después de Navidad.
¡SALUD!

LA CATA DE VINOS - REVISITADO

LA CATA DE VINOS - COPA “OENOLOGUE”
En la entrada “CATA DE VINOS”, el tema tratado era la parte “oficial” de la cata. Es decir, cómo las realizan los profesionales de la materia, tal como pueden ser sumiller, los evaluadores de Wine Spectator, o entes oficiales de las regiones o países productores de vino.
Para responder algunas inquietudes que me han llegado, empecemos por lo más sencillo y luego nos adentramos en el tema más polémico.
La ficha de cata que coloque es meramente un ejemplo. Diferentes entidades, grupos, organizaciones y regiones tienen sus fichas propias (Ej. http://www.conocimientoytecnologia.org/portales_tematicos/portaldelvino/cata/ficha.htm o, en ingles, http://www.wine-tastings-guide.com/wine-tasting-notes.html). Adicional a estas diferencias, también está el aspecto de que puede ser una cata hedonística o lúdica, por lo que la ficha la hacemos como queramos para apoyar a los principiantes o para incentivar la discusión. Si es una cata ciega, pero horizontal, es decir, mismo varietal o tipo de vino pero diferentes viñedos, dado que se está evaluando un varietal conocido, se puede hacer una ficha dirigida a ese varietal (específica para blanco, para tinto, etc.). En internet hay cantidad de ejemplos de ficha de cata, pero realmente, lo ideal, es elaborar nuestra propia ficha o fichas, dependiendo de la naturaleza de la cata. Ahora bien, existen fichas oficiales de cata, muy rígidas, que no varían de año a año, con la finalidad de mantener la uniformidad en la evaluación y poder realizar evaluaciones equivalentes un año tras otros, y que los resultados sean comparables de manera sencilla, efectiva y útil.
Ahora vamos con la copa, que fue lo que más polémica desató. Sí, es verdad, la copa AFNOR es pequeña. Sí, es verdad, la manera “moderna” de tomar vino es en copas grandes y amplias, sobre todo vinos tintos. Y, también es verdad que la copas tipo oenologue ha sido usada en catas oficiales.

Ejemplo de la copa oenologue con
pie decorado que no impacta el bol

La copa oenologue que se ha usado en catas es una copa con un bol tipo “manzana” en lugar de ser un ovoide. En la práctica, esto resulta en una manera distinta de concentrar los aromas o posible bouquet del vino y, adicional a esto, la que se refiere en la literatura, es de mayor capacidad, donde se habla de aproximadamente 550 ml, versus 210 ml de la AFNOR, por lo que se evalúa usando 180 a 190 ml, versus 70 ml de la AFNOR.
¿Ventajas? Según la ficha técnica de la copa, su mayor volumen y estructura del bol permite movimientos menos bruscos para agitar el vino, su boca más grande permite meter la nariz y los labios al mismo tiempo, es decir, olfatear al mismo tiempo que sorbemos el vino. La forma del bol también hace que las lágrimas sean más dramáticas. Además, es mas “estética”, según la ficha técnica.
¿Tiene mayor volumen? Sí, claro, más del doble. ¿Es mejor tener más vino para catar? Pues… depende. No necesariamente mas es mejor. Si conocemos el vino que estamos catando y es una evaluación técnica, mas vino no nos va a ayudar. Si no lo conocemos y es una evaluación comparativa, puede que sí o puede que no, eso va a depender más de nuestra destreza y conocimiento que del volumen de vino. Si es una cata entre amigos, o una cata hedonística, probablemente apreciemos poder tomar un poco mas de cada vino presentado. Y, para mí, aquí viene el primer tropiezo. Depende de la cata, pero en las catas técnicas y en las de evaluación, se expectora el vino. No se está tomando vino, se está evaluando. Inclusive, en muchos casos, queda vino en la copa AFNOR luego de que el experto ha emitido su opinión, y ese vino se desecha. De manera que, insisto, la respuesta es, depende.
¿Es mejor no agitar violentamente el vino? El vino es muy dinámico y cambia por momentos. La temperatura del vino y del ambiente, el aireamiento que haya tenido, la guarda, la condición del corcho, la luz con la que lo vemos, todo lo afecta. Así que, en la copa, al agitarlo, ¿lo afectamos de manera significativa? El catador es el que está evaluando, comparando y analizando el vino. Va a hacer lo mismo con cada vino que le pongan enfrente así que todos van a tener el mismo trato. Sí, es cierto que un mayor volumen de vino mantiene la temperatura por más tiempo, sea alta o baja en relación a la temperatura ambiente, pero en una cata evaluativa, técnica, estamos hablando de momentos, pues no hay conversaciones ni comidas entre copa y copa y entre sorbo y sorbo.
Lo de meter los labios y la nariz de manera simultánea, de nuevo, depende de si la persona lo considera una ventaja. Puede serlo, pero, una vez más, estamos hablando de una cata estandarizada y rígida, con la finalidad de evaluar o comparar vinos, por lo que o lo hacemos con todos o no lo hacemos con ninguno. A menos que haya una característica de importancia que sólo pueda ser evaluada de esa manera, es tan solo una opción, sin mayor consecuencia.
Si las lágrimas son más dramáticas o si la copa es más estética, literalmente, es cuestión de opinión. Es una copa muy linda. Cierto. Lo de las lagrimas, bueno, empecemos porque les decimos lagrimas en lugar de gotas. Aquí entra en juego la poesía y el corazón, más que aspectos técnicos. Vuelvo a mi argumento central. Estamos comparando o evaluando el vino que está dentro de la copa. Lo importante es que podamos repetirlo de manera consistente y que otras personas puedan usar los comentarios como guía.
 Lo que más me impactó de investigar la copa oenologue es que no conseguí las normas ISO o cualquier otra que indicara las medidas exactas de la copa. Esto trae como consecuencia que normalmente se usa la de 550 ml. Y la pregunta que me surge es ¿Cómo sé cuando se usa otro volumen? Si estamos hablando de algo que tiene que ser consistente para repetirlo todos los años y para poder usar la evaluación, tenemos que tener una referencia exacta de cómo hacerlo. La copa es buena para tomar vino (yo tengo varias, de diversos volúmenes), y sirve para catar. Si se estandariza su uso y sus medidas, no dudo que llegue a ser muy útil, pero, por ahora, el estándar sigue siendo la AFNOR.
En todo caso, para nosotros los simples mortales que no tenemos que emitir opiniones expertas en relación al vino que tomamos sino que lo tomamos por placer, podemos tener varias copas, una AFNOR para evaluar, una oenologue para catar, unas flautas para el espumante y otras para disfrutar, así que ¡SALUD!

sábado, 25 de diciembre de 2010

GUARDAVIÑAS TIENDA GOURMET

VISITA A GUARDAVIÑAS TIENDA GOURMET
CARACAS 22 12 2010

Típico de las fiestas navideñas, estábamos reunidos en casa, disfrutando de unos espumantes muy agradables y la conversación giró, no de manera sorprendente, a temas relacionados con este blog.
Mi papá, el Dr. Néstor Manrique, me refirió que había asistido a una interesantísima charla sobre jamones curados, tipo serrano y tipo prosciutto. Además de la charla, se realizó una degustación de los mismos junto con unos jamones curados nacionales. La persona encargada de la charla y de conducir la degustación fue Alfonso Limés.

Entrada Guardaviñas

Me comentó que le habían dado una tarjeta, pues no sólo manejaban jamones, sino también vino españoles, y aparentemente tenían un amplio surtido y me refirió que Limés era un experto en la materia, por lo que hicimos una reservación (9771570 o 9782780) y, raudos y veloces, nos dirigimos a ese establecimiento que me describieron como un “bodegón”.
Alfonso Limés y Tomás Fernández

El sitio, al que llegamos muy fácilmente, cosa difícil en Caracas, es… otra cosa. No creo haber conseguido nunca un sitio similar. Es una cava, en el sentido estricto de la palabra, pues efectivamente, muchas de las paredes están cubiertas de botellas de vino. Pero al mismo tiempo, es un local donde se pueden degustar cómodamente unos exquisitos bocadillos. El ambiente es absolutamente informal, atendido por Alfonso, con el hábil apoyo de Tomas Fernández, excelente chef y encantadora persona.
Al llegar, nos instalamos en una de las mesas del salón de Guardaviñas, la tienda, e inmediatamente nos hicieron sentir como en casa. Una atención totalmente personalizada, amable, cortes y sin ningún apuro, de nuevo cosa difícil en Caracas, donde le explicamos el motivo de nuestra visita: conocer más de vinos españoles, de jamones y de los servicios que allí ofrecen.
Cabernet Franc Loma Larga 2.005
Alfonso, un caballero a carta cabal, nos informo que no manejaba exclusivamente vinos españoles, sino que tiene una amplia selección de orígenes y de vinos. Le pedimos una recomendación, un vino no muy estructurado, pero tinto, relativamente joven, y ligero, pues mis hijas y mi señora nos acompañaban a mi papá y a mí. Le comente que un Tempranillo de maceración carbónica seria adecuado. Luego de pensarlo detenidamente, busco en los estantes y nos presento una botella de viñedo Loma Larga, Chile, Cabernet Franc 2.005. La botella tipo borgoña, de suaves hombros caídos y color obscuro, para proteger el delicado vino, estaba en excelentes condiciones de conservación. La etiqueta, totalmente utilitaria, daba datos adecuados. El corcho, que cortésmente nos presentó, tenia impreso el logo del viñedo y estaba en muy buen estado. Desafortunadamente, no contaba con material para escribir, así que me atrevo a presentar una evaluación del vino porque estaba excelente. Un profundo color con capas violetas, muy brillante. Ligero, con cuerpo medio y hermosas lagrimas en la copa, dejaba imaginar lo que venía.  En copa quieta disfrutamos de aromas frutales, al agitarlo, pudimos percibir distinto tonos de madera, excelentemente integrados con los aromas frutales. En boca, suave, dulce, aterciopelado y muy franco con sus tonos de frutas y de madera. Un fiel representante de la variedad. Le comenté que no conocía productos de ese viñedo y le agradecí la selección.
¿Y ESTO? ¿QUE SERA?
Viendo que tenía una audiencia receptiva, Alfonso cortésmente nos presento con un acertijo. Llegó a la mesa con un trozo de… bueno era morado. Y nos pregunto si sabíamos que era. Mi hija mayor, luego de analizarlo, se pronunció por madera petrificada de algún tipo. Mi hija menor y mi señora se inclinaron por algún tipo de piedra. Mi papá y yo nos inclinamos por algún tipo de residuo en la elaboración del vino, bien de un aditivo o de algo similar. La realidad era que todos estábamos “tirando flechas” es decir, ni idea. Alfonso nos comentó que era un regalo que le habían hecho en un viñedo de España en uno de sus viajes. Era el depósito de un viejo barril de añejar vino, de acido tartárico. Efectivamente, este acido se precipita en los barriles al añejar el vino y se convierte en algo similar a una piedra, la cual puede luego ser usada (molida y blanqueada, claro) en la cocina como ingrediente en pastelería. Por cierto, uno de los residuos orgánicos que ha servido para identificar los orígenes de la elaboración de vinos en el mundo (ver Orígen del Vino, en este mismo blog).
Si, es verdad, somos unos desordenados...
Dado que era temprano, no llegaba a las cinco de la tarde, le solicitamos una degustación de jamones. Aquí entro Tomas en escena. Una excelente persona, muy simpático, nos guio hasta recomendarnos una degustación de un jamón curado español, uno italiano, y un lomo embuchado. Todos excelentes. No se diga más.
Cabernet Sauvignon Aresti 2.000
(Siempre salgo con con los ojos cerrados)
Finalizada la botella del Cabernet Franc, le solicitamos a Alfonso otra recomendación, pero ahora de algo un poco mas estructurado, pues las damas sólo consumirían una copa adicional, lo demás, mi papá y yo. La exitosísima recomendación fue un Cabernet Sauvignon Colección de Familia 2.000 Aresti, de Chile. Ese viñedo si lo conocía yo, pero por su delicioso Gewurtztraminer. La botella, un hermoso ejemplo de la botella bordolesa de altos hombros y lados prácticamente rectos contaba con una bella etiqueta que tiene como imagen de fondo lo que posteriormente descubrí es un Cuadro de la Vendimia en la zona de Curicó, de A. Valenzuela, 1.908. Muy atractiva y, en mi mente, muy clásica. Ya era un excelente comienzo. El corcho, limpio y muy bien conservado, de excelente calidad, contaba con impresos del viñedo. El vino estaba celestial. De nuevo, me atrevo a referirlo porque no me puedo equivocar. En copa quieta e inclinada, hermosos colores rubí con tonos inclusive de teja, no detectamos los tonos violeta típicos de la cepa, asumimos que por la edad. Varias capas que denotaban desde ya su complejidad. Brillante y atractivo. En nariz, delicioso con tonos de frutas rojas y negras, nos pareció que unos tonos de vainilla también. En boca, complejo, con un excelente ataque, gusto muy franco confirmando las frutas rojas y negras y ese toquecito de vainilla. Muy redondo y de largo final.
A pesar que estábamos en presencia de un vino estructurado, le solicitamos a Tomas unos quesos. Nos trajo unos quesos deliciosos. Un Emental muy bueno y un queso de cabra excepcional. Al final, comimos un postre de la casa, una Crema de Limón deliciosa, de la cual Tomas, cortésmente, compartió la receta.
Cerramos nuestra velada con una visita al salón de eventos del lugar. Realmente puedo ver ahí eventos íntimos, de unas cincuenta o sesenta personas máximo, muy agradables.
No me queda más que decirles que nos divertimos como pocas veces, es un lugar encantador. Se come excelente y hay selecciones gourmet realmente únicas tales como los jamones Ibéricos, Prosciuttos, quesos exquisitos y otras delicias que no nos dio tiempo de probar. Eso sí, los vinos, los probamos, algunos, muy pocos por ahora, y tenemos que volver para probar otros. Y Ustedes, si gustan, pasen por allá, prueben alguno y nos lo comentan.
¡SALUD!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Bodegas Luis Alegre Blanco Robles 2007

BODEGAS LUIS ALEGRE
BLANCO SELECCIÓN DE ROBLES EUROPEOS
2007
Bodegas Luis alegre son una empresa familiar española, ubicada en el corazón de la Rioja Alavesa. Dedicados a la producción de vinos de alta calidad para consumo europeo y de exportación.
Mi primera experiencia con los vinos de Luis Alegre, fue en una cata en el Restaurant El Alazán hace años ya. Probamos los tintos de la Rioja, Maceración Carbónica, Crianza y Reserva.
En Venezuela, los vinos españoles gozan de un muy buen nombre, aunque recientemente debido a la gran cantidad, disponibilidad y buenos precios de los vinos del sur del continente, han sufrido un poco en su disponibilidad y por comparación por precio.
Recibí una recomendación de probar el BLANCO SELECCIÓN ROBLES. Consulté la ficha técnica y se presento como un vino muy interesante. Se recolecta de manera manual y de un viñedo muy maduro, 85 años, y de rendimiento muy escaso. La mezcla es de 90% Viura (también conocida como Macabeo) y 10% Malvasía, ambas blancas.  Realmente la recomendación tenia merito y abrimos una botella. A continuación las impresiones y comentarios.
Luis Alegre 2007
Blanco Selección Robles Europeos
La botella es de estilo borgoña, con suaves hombros que gradualmente abren la botella. El color verde obscuro no permite la inspección del color en la botella, pero dado que paso tiempo en barrica, probablemente sea para proteger el color. La etiqueta es color crema, bastante elaborada. Informativa y utilitaria.
La capsula estaba bastante suelta, por lo que la retiramos completa en lugar de cortarla. Corcho natural, con el logo de la bodega impreso en el mismo. Estaba bien conservado, firme, y sin defectos aparentes, de fácil extracción. Tenía olores típicos y limpios de corcho.
Cuando lo servimos tuvimos una muy grata sorpresa. Esperábamos un color rico, pajizo, con tonos verdes. Y así fue, pero además es un vino muy limpio y brillante. Realmente agradable a la vista. Su menisco mostro algunos tonos verdosos. Al agitar la copa apreciamos lindas lágrimas, que nos hicieron retornar a la botella para comprobar el grado alcohólico, que es de 13°.
En copa quieta deliciosos tonos a frutas cítricas emanaron del vino muy fácilmente, a pesar que los servimos a cerca de 9°C, según la recomendación de la ficha técnica. Al agitarlo una amplia variedad de aromas se liberaron para dar un conjunto muy placentero y fácil de disfrutar. Frutas tropicales, tonos de vainilla y en general, unos aromas elegantes y agradables. Los aromas retronasales son especialmente agradables.
En boca, se confirmó un agradable cuerpo untuoso. Muy fresco. Buena acidez y rico sabor a las frutas que lo componen. Sus 13° de alcohol, que lo hacen un poco licoroso para un blanco, están bien representados en boca y en buen equilibrio con los otros componentes. Su final hace honor a su tiempo en barrica con unos discretos tonos de tostados finos.
Realmente una excelente alternativa en blancos. No es un blanco inocuo y dulce. Es un vino con personalidad que requiere respeto. Puede ser un excelente acompañante en una comida bien escogida o puede ser un excelente compañero para explorar sus sabores y características. Tiene de sobra para entretener a una amplia audiencia.
Pruébenlo y déjenme saber sus impresiones.
¡Salud!

SANTA CAROLINA MERLOT 2007 GRAN RESERVA

VSC MERLOT
GRAN RESERVA 5 ESTRELLAS - 2.007
Viña Santa Carolina es un viñedo chileno fundada en 1875 por Don Luis Pereyra Cotapos, quien le dio el nombre, según la pagina web, por amor a su esposa. La bodega fue declarada Monumento Nacional de Chile en 1.973 por su belleza arquitectónica y por ser el único edificio industrial aún en uso edificado con la técnica de cal y canto. Hoy en día pertenece a un grupo de empresas y en 2.006 nace Carolina Wine Brands, que agrupa a Santa Carolina, Viña Casablanca, Antares, Viña Ochagavia y Finca El Origen

En los últimos diez años en Venezuela, han llegado muchos vinos chilenos. Este Merlot viene de la zona de San Fernando, en el Valle de Colchagua. Es cosechado a mano, lo que permite escoger desde la vid los mejores racimos y luego pasa por una doble selección, tanto de racimos como de bayas, antes de pasar a la cuba de fermentación. Este vino, en particular, ha sido uno de mis preferidos y no me ha dejado mal hasta ahora.
Abrimos una botella y disfrutamos de este Merlot, a continuación las impresiones y comentarios.




 
VSC MERLOT 2007

Lo primero que salta a la vista es que la botella es de estilo Bordeaux o Bordolesa, de lados relativamente rectos y altos hombros con una pronunciada depresión en la base. El color es verde obscuro profundo. Etiqueta color terracota, con toda la información pertinente. Atractiva sin ser excepcional.
El corcho es natural, con la palabra “CHILE” impresa en el mismo. En esta botella, estaba bien conservado, firme, y sin defectos aparentes. Fue de fácil extracción. Un extremo estaba teñido por el vino con un hermoso color rubí claro, que al secarse completamente terminó en un color rosa viejo. Tenía aromas típicos y limpios de corcho.
Al servirlo presentó un hermoso color rubí profundo en copa quieta. A trasluz se reveló como un vino brillante. Al observar el menisco, vimos colores rubí violáceo, lo que nos indicó que, siendo del 2.007, aun era un vino joven. La herradura era de un color profundo y muy atractivo.
En copa quieta, se perciben claramente tonos de fruta, propios de la variedad. Al ser 100% Merlot, es un vino fiel a la variedad, con aromas frutales. Al agitar la copa, se revelan tonos propios de su breve estancia en madera. En mi opinión no llega a tener un gran bouquet, pero sus aromas secundarios son soberbios y leves tonos propios de su tiempo en barrica lo hacen muy atractivo en nariz.
Observando las lagrimas, vemos que hace honor a sus 13° alcohólicos, con unas lagrimas bien definidas y un tránsito por la copa suave y elegante.
En boca, su primer ataque cumple con la promesa de un buen cuerpo. Es un vino muy franco, pues destaca el sabor a fruta – uva – con tonos de frutas rojas. Muy bien estructurado, presenta taninos suaves y redondos. El final es sumamente agradable, prolongado sin revelar defectos y complaciente al paladar.
Lo tomamos a temperatura ambiente, unos 20° C, sin embargo, al refrescarlo un poco, alrededor de 15°C (no se consultó un termómetro), resultó con una notable mejoría, por lo que, en lo personal, lo recomiendo a una temperatura más bien fresca. Se benefició de respirar en copa, por lo que también es recomendable darle unos 30 minutos para respirar o decantarlo antes de consumir.
Lo hemos probado en diferentes momentos (en 2.009) y realmente ha mejorado con la edad. Probablemente se beneficie de guarda, por lo que si lo consiguen, cosa que se está poniendo difícil, es oportuno y recomendable comprar para guardar.
Espero que lo prueben, lo disfruten y nos dejen saber su opinión.
¡Salud!



domingo, 12 de diciembre de 2010

CATA DE VINOS

CATA "OFICIAL" DE VINOS
Lo primero que vamos a hacer es darle una miradita a las definiciones de “cata”.
El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) define “CATA” como: “Acción y efecto de catar”, y al verbo “CATAR” lo define como: “Probar, gustar algo para examinar su sabor o sazón”.
El “Diccionario del vino” (www.diccionariodelvino.com) define “CATA” como: “Acción de valorar el vino por medio de los sentidos de forma técnica, analítica y objetiva. No debe ser confundida con la degustación, en la que intervienen elementos más subjetivos y no se procede de manera sistemática (se rellena una ficha de cata, entre otras cosas)”.
Evidentemente, catar vino es un proceso sensual, utilizamos nuestros sentidos para realizar una evaluación estricta de las características organolépticas del vino. Le otorgamos valores a cada variable, lo hacemos basándonos en las características que observamos y, en algunos casos, comparando la característica que presenta el vino evaluado contra un estándar, y en otros casos comparando varios vinos unos en contraste con los otros.
En otras palabras, aquí no entra en juego nuestro gusto personal. Si nuestra preferencia gravita hacia los vinos blancos y dulces, y la cata es de tintos, la primera pregunta es ¿Qué está haciendo ahí, por el amor de Dios? No, ahora en serio, la primera pregunta es ¿Puede ser objetivo en su evaluación del vino? La pregunta es válida, pues, si bien es cierto que hay vinos tintos dulces, los hay muy secos y esa es su característica propia y no debe ser penalizado por nuestro gusto personal en la cata.
Hay distintos tipos de cata. Hay catas verticales (mismo vino sea varietal o mezcla – del mismo o de distintos viñedos - de diferentes añadas), catas horizontales (mismo vino sea varietal o mezcla de la misma añada pero de diferentes calidades dentro del mismo viñedo o de diferentes viñedos), catas varietales (cata de vinos varietales de la misma uva), catas ciegas (vinos servidos de botellas ocultas – enfundadas o envueltas – para que el catador no sea influenciado por marca, añada, tipo de uva, u otro dato que pueda presentar la etiqueta), cata competitiva (donde cada catador evalúa un vino que el jurado conoce y es al catador al que se califica), y otras.
Las catas, normalmente, tienen dos componentes ineludibles, en particular si son catas “oficiales”, bien sea en el área de entrenamiento de sommelier, enólogos o catadores, en el área competitiva, o en el área evaluativa del vino.
Uno de estos componentes es la ficha de cata. Esta debe tener, como mínimo, tres áreas de evaluación sensorial: Fase Visual, Fase Olfativa y Fase Gustativa. Cada fase se evalúa y se le otorga una calificación numérica, que, sumada, da como resultado la calificación del vino. Adicional debe presentar fecha de la cata y datos del vino evaluado, así como, por lo menos, el nombre del catador.
Ejemplo de Ficha de Cata - sencilla
Ejemplo de copa AFNOR
(al tener el estampado no es la ideal para cata)
El otro componente ineludible es la copa oficial de cata. La copa oficial de cata es una copa de vidrio denominada copa AFNOR (Asociación Francesa de Normalización), correspondiente a la Norma Internacional ISO 3591-1977 (hwww.iso.org/iso/catalogue_detail?csnumber=9002) y la norma Unión Europea NFV-09-110 (www.afnor.org). Esta copa es de vidrio incoloro, transparente y sin estampados (9% a 12% plomo), de 155 +/- 3 mm de altura total del pie al borde, la copa es un ovoide alargado donde el diámetro de la boca o borde de la copa 46 +/- 2 mm,  diámetro del punto más ancho de la copa o “barriga” 65 +/- 2 mm, el cuerpo de la copa tendrá 100 +/- 2 mm de altura, la espiga o “pata” de la copa tendrá 55 +/- 3 mm de alto y 9 +/- 1 mm de ancho, y el pie o base un diámetro de 65 +/- 5 mm. Esto da como resultado que la copa tendrá una capacidad total de aproximadamente 210 mL, dado que en catas se sirve aproximadamente una tercera parte de la copa, evaluaremos usando alrededor de 70 mL.
El proceso de la cata empieza mucho antes de que se presenten los catadores. Bien sea que se evalúa al vino o al catador. El área donde se realizara la cata debe estar bien aireada, en la medida de lo posible, con total ausencia de olores ambientales. No debe haber olores debido a desinfectantes, flores, velas aromáticas, o comida. De la misma manera, las copas para la cata deben estar limpias, sin restos de detergente y sin olores.  La iluminación debe ser  luz blanca indirecta y abundante. En la medida de lo posible debemos limitar el efecto debido a luz eléctrica amarilla (“luz cálida”), y tratar que la luz sea lo más balanceada (lo mas “blanca”) posible. Velas ornamentales, encendidas o no, pueden ser usadas, siempre que no tengan olor y que no sean la principal fuente de iluminación. El área destinada para los catadores debe ser cómoda (bien sea si se van a sentar o si van a estar de pie), deben tener disponible una copa de agua limpia y a temperatura ambiente (sin hielo ni ningún aditivo como jugo de limón u otro saborizante), la ficha de cata y un instrumento para escribir en la misma (lápiz o bolígrafo). La superficie donde se colocan las copas de la cata debe ser blanca sin colores, diseños o matices, para que sirva de fondo pero que no interfiera con la evaluación del color del vino. Los vinos a catar deben estar a su temperatura ideal según la variedad o mezcla. En el caso de los vinos blancos o rojos jóvenes, se pueden abrir al momento de la cata. Si son tintos de crianza o si necesitan respirar, se pueden servir previamente para permitir su evolución en la copa, o se pueden decantar.
En algunas catas oficiales, de hecho en la mayoría, el vino se “expectora” es decir, se escupe y no se traga. En este caso, se debe proveer un recipiente adecuado para esta actividad.
Al ser una cata destinada a evaluar el vino de manera técnica, no presentaremos al catador alimento de ningún tipo. Como máximo, tendrá disponible una “miga de pan”, es decir, la costra tostada de pan o pan tostado, sin aditivos, ingredientes ni crema untada de ningún tipo, de manera que su función sea únicamente la de limpiar el paladar del catador, en caso de que este lo considere necesario y que el agua no sea suficiente.
Hay cuatro etapas en una cata: Apariencia, “en copa”, “en boca” y final.
Iniciada la cata, se observa cada vino en copa quieta sobre una superficie blanca. Luego se toma la copa por la pata y se evalúa el vino a contraluz, se aprecia así el color, el brillo, la transparencia y la limpieza. Se inclina la copa y se observa el vino contra la superficie blanca. Se gira la copa en torno a su eje, para que el vino suba por las paredes de la misma. Se observa el comportamiento del líquido al retornar al descanso. Se observan la “piernas” o “lagrimas” del vino en las paredes de la copa, así como su consistencia a la vista. Se hacen las anotaciones pertinentes, permitiendo al vino descansar en la copa.
De nuevo, en copa quieta, apreciamos los olores del vino sin agitar. Estos olores a copa quieta, son los naturales del vino que otorga sin esfuerzo. Luego, levantamos y agitamos suavemente la copa en torno a su eje, aumentando así la superficie del vino expuesta al aire, lo que, en algunos vinos, libera olores que de otra forma no percibiríamos. Finalmente agitamos la copa más agresivamente, aumentando aun más la superficie expuesta al aire y permitiendo la emisión de todos los olores del vino, por leves que estos sean. En cata, los olores son clasificados como aromas o bouquet. Los aromas son los olores y perfumes propios de la uva. Hay aromas secundarios debido a la fermentación alcohólica. Así, estos aromas son propios sobre todo de vinos varietales y jóvenes. El bouquet es producto del envejecimiento del vino en botella o en barrica. Son esos olores que enriquecen mucho el léxico de la cata. Cuando un catador percibe olores a cuero, a chocolate, a hierbas, y otros, habla de estos olores propios de un vino guardado o criado por algún tiempo.
Finalmente, el catador prueba el vino. Al tomarlo en la boca, lo hace con un pequeño sorbo. Suficiente para cubrir toda la superficie de la cavidad bucal, debe pasar el vino por toda la boca y finalmente tragarlo o expulsarlo, según sea la cata. Tradicionalmente, el catador toma un sorbo de aire con la boca y lo expulsa por la nariz, explorando así más sabores y matices de los olores del vino.
De esta manera, evaluamos el vino en términos de su apariencia (color, cuerpo, y otras características visuales, olores y aromas primarios), “en copa”, tanto copa quieta como luego de agitarlo. Luego lo evaluamos “en boca”, tanto su gusto inicial o ataque, su textura en la cavidad bucal, su gusto al ser paseado por la boca, al tomar y expulsar el sorbo de aire y, por último, evaluamos el final, que es el sabor remanente luego de tragado o expulsado el vino, así como olores que persistan en nuestra nariz.
Hay en exceso de 250 términos para describir el vino. Desde los matices de colores, si es brillante, velado, o turbio, si presenta “pozos” al ser servido, es decir, sedimentos, propios o no del vino que estamos evaluando, muchos términos para describir los variados y ricos olores típicos de los vinos, si el vino es seco, abocado, dulce, amable, acido, astringente y un larguísimo etc. Estos términos permiten a los catadores, a los sommelier, a los compradores y, naturalmente, a los aficionados del vino, comunicarse de manera efectiva al describirlos con un léxico común y permitiendo poder transmitir una evaluación efectiva entre todos.
Uno de los productos de las catas, en particular de las catas profesionales, son las “notas de cata” o “fichas técnicas” que los viñedos y comerciantes de vino presentan y facilitan para los consumidores. Esto nos permite ver la evaluación que profesionales han hecho de un vino en particular, y nos asiste en tomar interés en el mismo o desistir de probarlo por características que no nos complacen.
Hay catas donde se utilizan “copas negras”. Estas son copas de vidrio de color negro, que evitan que se aprecie el color del vino a simple vista. El vino se presenta, tradicionalmente, a una temperatura fija de 15 °C, para que la temperatura de presentación tampoco asista al catador en la identificación del vino y se vea forzado a depender tan solo de las claves olfativas, gustativas, y el comportamiento del vino y sus características táctiles “en boca”. Tradicionalmente, aquí se evalúa la capacidad y habilidad del catador más que al vino. Es una de las modalidades competitivas. Puede ser muy divertida, todo depende de la circunstancia.
Con estas herramientas de evaluación podemos proceder a sintetizar resultados en el sentido de emitir nuestra opinión sobre la complejidad, carácter y balance del vino, si es adecuado para envejecimiento (si se debe guardar para consumo posterior, si está listo para el consumo, o si se paso de tiempo y ya no está optimo), finalmente, si presenta fallas o defectos.
Lo presentado es la parte técnica de la cata de vinos. No es algo que haremos regularmente al tomar vino. Ni estamos maridando vinos con comida, ni lo estamos disfrutando con amigos. De hecho, en catas oficiales, ¡muchas veces ni siquiera se BEBE el vino! Es útil conocer estos datos, pero tienen poco que ver con el consumo diario del vino.
Para el consumo diario, nuestra evaluación es diferente, mucho más ágil y en todos los casos, seguida de la ingesta y disfrute de la copa de vino. Información como esta nos permite entender de qué nos hablan cuando describen que pasó en una cata. Para beneficiarnos de los comentarios de la cata, tenemos que invertir un poco de tiempo en el amplio léxico del vino, entender a que se refiere cada termino y, muy importante, conseguir a un experto que cate, pero que tenga gustos similares a los nuestros, pues el experto puede dictaminar un vino como excelente y a nosotros puede no gustarnos debido a su estructura o nivel de complejidad.
Degustaciones de vino, actividad parecida pero muy diferente donde probamos vinos para conocerlos y saber si estamos interesados en consumirlos, son otra cosa y, claro, mucho más deportiva e informal.
Así que, leamos con interés las notas de cata, formemos nuestra propia opinión y degustemos y disfrutemos del vino.
¡Salud!